martes, 4 de marzo de 2014

Máscaras de carnaval

Seguimos de carnaval, y aunque algun@s aprovechemos las mini-vacaciones para ponernos al día, estudiar, leer, escribir y descansar un poquito, otros aprovechan el "todo vale" para soltarse la melena.
Esta fiesta de origen pagano, según algunos originadas en honor a los dioses grecorromanos del vino y según otros llevadas a cabo mucho antes en Egipto, tienen en común la celebración del fin del invierno (¡por fin!). Es con toda probabilidad una forma de liberación para las sociedades profundamente reprimidas por las tradiciones del cristianismo.

Mirando un poco más allá quiero compartir dos experiencias carnavaleras vividas, valga la redundancia, en vivo y en directo. No son los espectaculares carnavales de Río de Janeiro, ni los de Santa Cruz de Tenerife, pero son curiosos e interesantes.


Carnaval en Eslovenia 
La figura del kurent simboliza los carnavales de este pequeño país y es parte del patrimonio etnográfico y cultural más valioso de esta joven nación. Este ser con piel de oveja que lleva cencerros alrededor de su cintura provocando gran estruendo y así intentando ahuyentar el invierno, es también el símbolo de la ciudad de Ptuj, famosa por la celebración del carnaval. Existen otros disfraces similares al de kurent, con gorros llenos de flores, narices puntiagudas, cuernos, cintas de colores sobre la cabeza, etc. Estos personajes celebran el fin del invierno y simbolizan el tiempo fértil que está por venir, la primavera, y la vinculación de este cambio de estación con la agricultura.





 

 


Carnaval de Venecia
Puede que me sea complejo de explicar y mi personal percepción y punto de vista sobre esta ciudad italiana quizás influya en mi opinión sobre los carnavales que aquí se celebran.
Es probable que uno de los motivos por los que le tenga tanta manía a Venecia es porque las máscaras y las personas que ocultan su identidad siempre me han dado miedo. A pesar de la belleza de sus calles, más bien de la belleza de la decadencia presente en sus calles, hay algo en ellas que no termina de encajarme. Ese laberinto urbano, ese frío metido en los huesos. Tengo el recuerdo clavado en la memoria de ese día de febrero, un cansado viaje con buenos amigos y compañeros de aventuras y también emocionante por el reencuentro con otros amigos justamente en la ciudad de los canales.
San Marcos repleta de gente y el vino brotando de la llamada "Fontana del vino" y un brindis a cámara lenta que dejó a algunos de los asistentes con un extraño sabor de boca, con ganas de más, con ganas de fiesta (de fiesta de verdad).






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