martes, 31 de diciembre de 2013

Sentir y vivir: feliz 2014

Este blog fue creado para hablar de arquitectura y de sus alrededores, y aunque la temática de mi próximo discurso no tenga mucho que ver con el fin inicial, allá voy, me dispongo a soltar una "chapa" de las buenas. El fin de este no es exactamente gustar, es más bien disfrutar de esos alrededores, porque antes que profesionales de cualquier sector, somos personas, somos nosotros mismos, estamos inevitablemente sometidos a la influencia de todo lo que existe a nuestro alrededor...


Ya saben los que me conocen que yo soy muy de escribir, y también de darle vueltas a las cosas, de decir de todo y a la vez no decir nada con muchas palabras. También saben que soy de fotos, aunque últimamente los eventos o situaciones que he vivido puede que no hayan sido o me hayan parecido lo suficientemente interesantes/importantes o que con estas cosas de los móviles superinteligentes estoy dejando un poquito de lado mi cámara, pobrecita. Pero ni una cosa ni la otra. ¿Será por pereza? ¿Será que no consigo aclararme? Quizás tengo tanto que decir y siento que tan poca gente alrededor tiene ganas de escuchar y de compartir, que prefiero guardarme mis pensamientos, mis recuerdos y pasarme a la apatía.

De nuevo, y como otro año más, toca hacer balance... bla bla bla, ya sabéis lo que va después. No me digáis que no hacéis una recopilación en vuestra mente de lo que ha sido el pasado año, de lo que habéis hecho y de lo que hubiérais deseado hacer, de todo lo que se os pase por el pensamiento... porque no me lo creo. ¿Qué tiene de malo reflexionar? Es más, si reconociéramos que lo hacemos o realmente lo hiciéramos, nos iría un poco mejor a todos y estoy segura que mejoraría nuestro trato y actitud hacia los demás. Qué bien suena todo, pero aquí una que es así de ilusa y de soñadora.

Este año ha sido el año de los aniversarios, especialmente y el más importante: el mío y el de la gente de mi generación, que una no llega a la década de los treinta todos los años. Suena raro, pero la vida pasa... bueno la vida, no, pasamos nosotros y pasamos la vida cambiando, ¡ya te digo yo que cambiamos! Unos más que otros, unos a peor, y otros, a mucho peor. Y es lógico cambiar (si alguien está leyendo esto y cree que no ha cambiado y cree que no sea necesario evolucionar, por favor, que se dé prisa, aún está a tiempo).

Tampoco ha sido este el año de los grandes viajes, ni siquiera de los pequeños, ni de la buena suerte (tampoco creo que demasiado mala), pero ha sido el año de las personas. De las bienvenidas y de las despedidas. De los que se van para no volver nunca o de los que desaparecen a ratitos y reaparecen de la nada inesperadamente, para más alegría.
En estos últimos meses he pasado de andar perdida entre la multitud, bueno, más bien entre las pequeñas multitudes que habitan las llanuras manchegas (y toledanas), a encontrar inesperadamente destellos de luz igual de perdidos que aquí la treinteañera novata. Puede que los recuerdos se mantengan de manera proporcional a la intensidad con la que se vive cada situación o con las veces que los recordamos, pero tristemente, tantos momentos vividos van dejando cada vez huecos más pequeñitos en mi memoria para situar los nuevos.

Siempre deseo que mi vida mejore, si tiene que cambiar que cambie y sino, ¿qué más da? Nos pueden "quitar lo bailao". Punto. Aún así no dejo de pensar en el típico tópico (y eso que yo no soy ni de verdades absolutas ni de refranes de pueblo), que las cosas suceden y pasan porque tienen que pasar, y sí, es cierto que las vamos buscando, que provocamos las situaciones, pero las cosas pasan y gracias a que pasan, tenemos motivos para estar vivos, ser felices y aprovechar cada segundo del tiempo que nos pueda quedar. ¿Y sabéis que? que hablando de ese tiempo que nos resta, tengo que decir que no me da miedo el momento en el que ese tiempo se nos agote, sino de las cosas que podemos habernos perdido por no haber podido/querido/sabido reaccionar a tiempo, lo reconozco, tengo miedo a no haber vivido ni llegar a vivir lo suficiente.

Y el no haber vivido lo suficiente, no tiene que ver con tomar riesgos, en hacer locuras, aunque una locura a tiempo es incomparable a nada. A veces la chispa, la ráfaga de luz, aparece en los detalles más estúpidos o en las sonrisas más ocultas. Y la inspiración, ahí está, en los pequeños detalles y en las personas más inesperadas. Qué tendrán las personas, y qué tendré yo, que son uno de mis principales motivos de inspiración.

Y recapitulando sobre el "tema estrella" del momento (cómo no), ya sabemos que el trabajo es trabajo, que es algo material, pero sin trabajo, sin dinero, no somos nada... que se puede vivir con muuuuuy poco, y lo tengo comprobado en mis carnes y creo que podría dar muchas lecciones a muchas personas en este sentido, pero no lo voy a hacer, porque no es el momento y porque algunos me maldecirían o me criticarían por tratar temas que no son de mi incumbencia, porque soy una inexperta y porque ¿qué se yo de la vida? Para eso están los demás, para hablarte de la perfección de sus vidas perfectas, de sus familias perfectas, de sus coches perfectos, de sus hijos perfectos y de juzgarte porque no puedes o no quieres llegar a ser tan perfecta como lo son ellos. Cada año que pasa aumenta mi sentido de crítica, creo que bastante objetivo, en ocasiones también subjetivo, pero al menos, respiro hondo, respiro tranquila y veo la perfección no a mi alrededor, sino en cada momento de mi propia felicidad.


Y como resoluciones de año nuevo, las de siempre, pero ya puestas en práctica sin necesidad de que termine el año: cuidarme más, quererme más, luchar por lo que quiero, dejar a un lado la vergüenza, sonreir aún más, pasar más de lo que me pueda perjudicar o hacer daño, querer más, confiar más en las personas (a pesar del alto porcentaje de egoístas y egocéntricos dispersos por el territorio) y dejarme llevar también aún más si cabe. Qué mejor manera de terminar el año que recapacitando y llegando a la conclusión de que lo mejor que puedo hacer para ser feliz es desprenderme de todo aquello que absorbe mi energía, que me agota, que me hace mal, que no me aporta nada, que no me provoca una sonrisa o que es incapaz de simplemente hacerme sentir, y captar y disfrutar de todo lo contrario: de la chispa y ese "algo" que encuentro en las personas y que me atrae de ellas, que me incita a hacer pequeñas locuritas o al menos a imaginarlas, de esos momentos únicos y especiales, de respirar hondo en soledad, de cualquier pequeño momento en el que pienso y recuerdo que he sentido y que puedo seguir sintiendo, y que me empujan a lanzarme al abismo y a cerciorarme de que estoy viva y de que estoy aquí y ahora, de simplemente y como ya he repitido alguna que otra vez, de sentir, sentir y sentir.


Feliz fin de año, felices recuerdos pasados y aún más felicidad para el 2014.
Sonreid y seguid creyendo en la magia...


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